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lunes, 24 de octubre de 2011

El Vaticano a la vanguardia



La sentencia de la CIDH sobre Leopoldo López, la muerte de Muanmar Gadafi, la solicitud de palestina de pertenecer como miembro pleno a la ONU y la crisis financiera internacional, marcan una parte central del debate sobre el futuro del sistema internacional y el multilateralismo en la contemporaneidad.
En nuestro país por supuesto el mayor eco lo tuvo la sentencia sobre el tercero en las encuestas dentro de la alternativa democrática, el acatamiento a medias con esa locura inejecutable del tsj, prueba que un país paria no está obligado a respetar nada proveniente de la justicia internacional. En segundo lugar la muerte de Gadafi desplegó todo el arsenal de sufrimiento de los comunistas criollos asociados al chavismo, se quejaron como no de la intervención imperialista contra la libre determinación del pueblo libio, cuando la OTAN solo intervino bajo mandato de las Naciones Unidas y el pueblo libio al ejecutar al sátrapa ejerció su verdadera autodeterminación enmarcada además en los derechos de rebelión y tiranicidio -sustentados en Santo Tomás, Erasmo de Rotterdam y un largo Etc.-.
La solicitud de Palestina también entró en el debate nacional, bloqueada por un consejo de seguridad tan criticado últimamente, pero que impidió que el populismo de las sub democracias del tercer mundo -herederos de los no alineados- hiciera sucumbir en una falsamente democrática elección el derecho de Israel a su seguridad. Finalmente fue la crisis financiera internacional la que generó la respuesta más clara a todos estos problemas, una respuesta que toma ideas lanzadas tiempo ha por pensadores disimiles en áreas distintas, desde el economista Stiglitz hasta los propulsores de un nuevo orden mundial, pero que ahora en manos de la Iglesia Católica y su milenaria vocación universal, cobra sentido.
Hace poco al sostener una discusión en redes sociales con una amiga socialista (chavista del establishment además), dejé caer estas frases sobre el sistema internacional: “solo existirá una ONU que funcione cuando todos los pueblos puedan elegir en comicios plurales a sus representantes internacionales, esa si mi utopía personal, mientras tanto es un club de gobiernos que hay que respetar...” y al explicarme párrafos antes decía: “el consejo de seguridad se creó para sostener el equilibrio post guerra, ahora es innecesario -más si le damos a la dictadura china y al neo totalitarismo ruso poder de veto- pero también que decenas de dictaduras tengan el mismo voto que las democracias”. Las frases marcan mi opinión sobre un sistema internacional en el cual, gobiernos como el de Gadafi o el de Fidel han llegado a controlar la comisión de ddhh de la ONU, un sistema internacional criticado desde la izquierda anti sistema por no defender esa entelequia mal utilizada llamada “libre determinación de los pueblos”, pero atacado también desde la Derecha liberal por defender por igual las cualidades de las dictaduras subsaharianas que los derechos de las democracias del centro de Europa.
El Vaticano da en el clavo cuando lanza su propuesta de solución,  la sustenta en el pensamiento del actual Papa: “El mismo Benedicto XVI, en el surco trazado por la Pacem in terris, ha expresado la necesidad de constituir una Autoridad política mundial”…y su argumentación es totalmente limpia: la agenda de cuestiones a tratar a nivel global se hace cada vez más amplia. Piénsese, por ejemplo, en la paz y la seguridad; en el desarme y el control de armamentos; en la promoción y la tutela de los derechos humanos fundamentales; en el gobierno de la economía y en las políticas de desarrollo; en la gestión de los flujos migratorios y en la seguridad alimentaria; en la tutela del medio ambiente. En todos esos campos, resulta cada vez más evidente la creciente interdependencia entre los Estados y las regiones del mundo, y la necesidad de respuestas, no sólo sectoriales y aisladas, sino sistemáticas e integradas, inspiradas por la solidaridad y por la subsidiaridad, y orientadas hacia el bien común universal.” La propuesta vaticana, hecha pública como consecuencia de la crisis financiera busca garantizar "a los ciudadanos de todos los Países paz y seguridad, desarrollo, libres mercados estables y transparentes".
Los principios cristianos de subsidiaridad y solidaridad tan bien expuestos en la propuesta como base de una gobernanza internacional, deben inspirarse eso sí, claramente en la democracia, es el momento de lanzar la utopía mundial de un sistema internacional inspirado en las bondades del libre mercado gobernado, del respeto a los derechos fundamentales-Vida, Libertad, Propiedad- y de la democracia, si logramos generar esa Autoridad Política Mundial, y logramos hacer que sea el reflejo de la elección de los ciudadanos del mundo y no de los gobiernos, estaremos construyendo el mayor logro de la historia universal.