El gobernador del Táchira
José Vielma Mora ha emprendido en las últimas semanas una campaña
mediática y aparentemente operativa contra el “contrabando”,
como gobernante chavista, ha contado con el apoyo de los órganos
militares y de seguridad para realizar todo tipo de acciones con
resultados hasta ahora no del todo claros. Las razones oficiales para
iniciar esta arremetida son el supuesto daño económico que genera
para los tachirenses y para la república que miles de litros de
gasolina y toneladas de alimentos y artículos de cuidado personal
terminen en Colombia, causando además según la visión oficial la
escasez de la cual tanto se quejan los ciudadanos de la región.
Vielma Mora no es un lego
en materia económica, su pasantía por el Seniat y sus implicaciones
académicas en materia tributaria y financiera lo deben haber
convertido en un conocedor de la realidad comercial y fronteriza, si
así es, por qué inicia una campaña gubernamental que tiene como
metodología para enfrentar el llamado “contrabando de extracción”
la persecución policial y militar, sabiendo que el origen de la
situación fronteriza es fundamentalmente económico. Múltiples
respuestas existen para explicar el comportamiento del gobierno
regional, desde un apoyo político al gobierno nacional, cuyo núcleo
cree realmente en atacar los desajustes provocados por los controles
con más controles, hasta un peligrosísimo cálculo político sobre
el cual ahondaré en las próximas lineas. Las razones del flujo cada
vez mayor de bienes de consumo a través de la frontera hacia Cúcuta
son económicas, y tienen que ver con los controles y subsidios
impuestos por el gobierno nacional a la economía venezolana, en el
país el aparato productivo y comercial está sometido a: control de
cambio, control de precios y subsidio a la gasolina, una triada que
solo produce en toda la nación mayor inflación, mercado negro,
escasez y perdidas fiscales para el estado.
Sin embargo la frontera
genera en el Táchira una distorsión levemente mayor en la economía
y profundamente mayor en la sociedad, las investigaciones
cualitativas y cuantitativas reflejan que empieza a surgir un
sentimiento erróneo en los tachirenses, un sector de los ciudadanos
cree firmemente en que la escasez y la inflación en la zona son
consecuencia directa de que “todo se lo llevan para Colombia”,
haciendo culpables del desabastecimiento y la carestía a los
“contrabandistas” y a los propios ciudadanos del vecino país. La
realidad es que mientras la distorsión de la economía nacional,
generada por los controles y los subsidios del gobierno, siga
existiendo, la escasez será norma en todo el país, no solo en el
Táchira, pero además seguirá habiendo ciudadanos que tratarán de
aprovechar, no importa las implicaciones éticas, la posibilidad de
vender a Colombia.
¿Está el gobierno de
Vielma Mora haciendo acciones en frontera por razones políticas? Es
una pregunta que no podemos responder, pero sobre la cual debemos
alertar, sería terriblemente injusto que para tratar de satisfacer
el error de percepción de parte de la sociedad la cual cree que nuestra
inflación y escasez es mucho mayor a la nacional y que lo es por el
contrabando, el gobierno regional obstaculice aun más el flujo
fronterizo, afectando toda la economía local, sin perseguir además
a quienes son responsables del mayor flujo de combustible y
alimentos, los organismos de seguridad que según muchas denuncias se
han asociado con organizaciones irregulares y delictivas para
beneficiarse de la distorsión económica del país. Vielma sabe que
el problema no es el control militar de la frontera, como también
sabe que desde la oposición nadie puede enfrentarlo abiertamente
porque haría “apología del delito” del contrabando, en lo que
falla el calculo del mandatario regional, es en saber que a pesar de
las acciones “espectaculares” contra el contrabando, la escasez
continúa, así como la inflación galopante, con lo cual llegará el
momento en el cual el tachirense que cree que con mayor control
tendremos menos desabastecimiento y carestía se dará cuenta de que
por más camiones que detengan en Peracal, por más personas que
dejen de vender una “pimpina” cada dos días, las colas de la
gasolina seguirán, la harina pan continuará siendo perseguida y los
precios permanecerán por los aires en el país con la peor economía
de América, con lo cual de la represión fronteriza solo quedará
eso, el recuerdo de un gobernante policial que no pudo solucionar los
problemas de la gente.