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viernes, 1 de febrero de 2019

Los peligros estratégicos hoy en Venezuela


En los últimos días sectores importantes de la diáspora venezolana, de los analistas en el país y de la opinión pública en general han concentrado su mirada en torno a la intervención militar norteamericana, con socios hemisféricos, los movimientos que la anuncian, las posibilidades de su realización y el momento del enfrentamiento. 
Si bien el constitucional acuerdo que ha llevado a Juan Guaidó a asumir la presidencia interina, los efectos internos y diplomáticos de esta medida, así como la crisis humanitaria que vive Venezuela y los nexos del régimen usurpador con el narcotráfico y el terrorismo internacional, justifican en su conjunto la posibilidad de una intervención militar a Venezuela, no es cierto que este sea el paso próximo, único, ni mejor, tampoco el más rápido para la salida de Maduro. 
La presencia en la Casa Blanca de un entorno de halcones y del sector más duro del partido republicano ha sido una buena noticia para la lucha democrática venezolana, quienes allí están conocen los efectos históricos de la estrategia blanda frente al régimen cubano y la efectividad de las medidas de presión contra regímenes similares, por eso los pasos dados para el cerco financiero del régimen madurista y el reconocimiento a Guaidó han sido rápidos y efectivos. Cuando este sector habla de todas las opciones sobre la mesa está claro que no es un bluff más, si no el manejo estratégico de opciones militares para poner en jaque al gobierno madurista. 
Quienes revisen el historial de USA y la OTAN en casos comparables, verán que la intervención masiva es solo una última opción, en la cual el bloqueo marino, aéreo, bombardeos selectivos e intervenciones comando para casos puntuales han sido previas o únicas opciones para forzar desenlaces. 
El primer peligro de la posibilidad de invasión ya lo estamos viviendo y es el resultado de los mitos históricos de la opinión pública internacional, la izquierda global (pero anti globalista) usa la amenaza como una excusa para acusar una estrategia anti madurista de ¨imperialista¨ también para plantear diálogos extemporáneos que solo sirven como tácticas dilatorias en beneficio del régimen. 
Un segundo peligro de la amenaza de intervención militar es que está ejerciendo en sectores importantes y puede ejercer en la población venezolana un efecto de relajamiento concentrado en el locus externo que caracteriza cierto comportamiento psicosocial del venezolano, la misma esperanza en el mesías que esperó todo de Chávez ahora espera todo de los marines, enterrando la necesidad y responsabilidad de acción conjunta de los venezolanos y sus sectores para resolver la crisis de manera nacional.  
La estrategia hoy en pie, que ha puesto en jaque al régimen madurista, no es el resultado de una planificación de la CIA ni de Donald Trump, el camino recorrido desde el desconocimiento de las elecciones del 20 de mayo hasta la juramentación de Guaidó, ha sido el resultado del debate interno, la guía de figuras como Leopoldo López y el trabajo internacional de Julio Borges y otras figuras opositoras, el convencimiento de que con el motivante indicado, la salida de Maduro, y el blindaje institucional necesario a través del 233 de la CRBV, los venezolanos en las calles y la comunidad internacional volverían a ser los actores necesarios para enfrentar al chavismo en el poder. 
 El primer y principal sostén de la figura presidencial de Juan Guaidó no es el reconocimiento internacional, es el apoyo de una población que ha despertado en su capacidad de acción, que al mismo tiempo llena las autopistas del país en marchas pacíficas como arriesga la vida en protestas rebeldes en los barrios populares del oeste de Caracas. Sin embargo, todas las posibilidades de lucha y acción de esta mayoría social abrumadora y resteada no se han usado aún. 
Muchas formas de lucha no violenta y de rebelión popular pueden aun ser armas de la mayoría libertaria del pueblo venezolano, que puede caer en la inacción o la esperanza vana si concentra todas sus expectativas en una intervención militar internacional salvadora que no está planteada para ¨mañana¨. 
Tampoco es momento de descartar el pronunciamiento militar nacional, los contactos con los oficiales institucionales son reales, la presión que puede ejercer una protesta nacional masiva que aún no se da también es posible, así como el descontento interno en los verdes, la pobreza de las tropas y el temor que la posibilidad de una intervención internacional, a sabiendas de la falta de apresto operacional genera en los militares venezolanos. 
La diplomacia juega también un rol no militar, el cerco financiero, la falta de reconocimiento y la necesidad de sobrevivencia política del chavismo puede llevar al régimen en una epifanía a ceder a la realización de elecciones libres, en el marco por supuesto de la propia amenaza militar internacional que no podemos descartar. 
Entonces por qué concentrar las expectativas en una intervención que no es hoy el camino más claro y que pudiera generar innecesarias muertes en el país. No hay una razón lógica para la mono estrategia, la intervención debe ser vista como una opción última, complicada y en el mediano plazo de la crisis, a la cual llegar si fracasan las muchas variables a trabajar en los próximos días. 

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